_Carla está desayunando tranquilamente, cuando de repente aparece el primero. Así, sin avisar. Le golpea en el centro de su mente, le roba los sentidos momentáneamente, se queda sin aliento.
Cuando consigue reponerse del golpe, intenta racionalizar lo que ha pasado… Lleva tiempo evitándolos, mucho tiempo. ¿Por qué ahora ha fallado?
En ese momento, llega otro, peor, más fuerte, más nítido, más real. Y ahora ataca a su estómago, que se encoge por momentos.
Son como pequeños monstruitos intentando colonizarte. Primero se asientan en tu cabeza, pero se van extendiendo poco a poco por el resto de tu cuerpo, robándote el presente.
Ahora ya sabe de donde provienen estos malditos flashes de recuerdos. Es la música. Cómo no. La música.
Pero igual podría ser el olor de su colonia percibida en el cuello de otro hombre, o la foto de su deportista favorito en las revistas; el tono de su móvil en otro desconocido o su película favorita por la tele; encontrarse con un coche rojo cuando camina hacia el trabajo o su libro de cabecera en la lista de los más vendidos…
Carla apaga la radio.
Por hoy es suficiente.